viernes, 18 de agosto de 2017

ATURDIMIENTO


Aunque es difícil encontrar las palabras para describir cómo nos sentimos hoy, tras los atentados de ayer en Barcelona, hoy me siento profundamente aturdida. Esa sería la palabra.

Me enteré de lo ocurrido por un  tuit de los Mossos que hablaba de un atropello masivo en La Rambla. Puse el televisor y no podía dar crédito a lo que estaba viendo y oyendo. Y a pesar de estar viéndolo, no podía creerlo. Al principio hubo minutos de desconcierto, pero las sirenas insistían en recordarme que se trataba de algo grave. Me pasé toda la tarde pegada a la tv, canalizando el dolor como podía. Como todos.

Por la noche las sirenas cesaron y la ciudad se quedó muda. Muda y, sobre todo, triste. Me fui a dormir en estado de shock e incredulidad, intentando entender lo que había pasado. Aunque lo explicaban una y otra vez e incluso, lo enseñaban, no era capaz de asimilarlo.

Sigo en shock y profundamente impactada, nunca había entendido el significado de la palabra aturdimiento hasta hoy. Así es como me he levantado esta mañana: sin ganas de hablar con nadie, sin ganas de nada, como si me hubieran pegado una paliza.  Y eso es lo que han hecho con todos nosotros: darnos una paliza, atropellar nuestras libertades y nuestro estilo de vida, matar personas que disfrutaban de sus vacaciones en una de las ciudades más turísticas del mundo que, casualmente, es la mía. Y matar niños. MATAR NIÑOS. ¿Cómo vamos a sonreír ahora? ¿Qué se espera de nosotros? ¿Que hagamos como si nada?

Esta mañana he tenido algunas respuestas: el grito de NO TENIM POR tras el minuto de silencio, las infinitas muestras de unión y solidaridad hacen que me sienta muy orgullosa de mis conciudadanos y las muestras de amor que nos llegan de todas partes hacen que me sienta muy agradecida. Ver la movilización de todos, sin excepción, es lo único que me puede reconfortar. También la imagen de nuestros políticos unidos, aunque cabe la posibilidad que haya sido solo un espejismo. Confiemos en que no.

Se ha demostrado. una vez más, que unidos somos imparables. Hay esperanza, pues. Los indeseables que nos quieren destruir no merecen empatía ni comprensión. No sé cómo, pero hay que combatirlos. Y tendrá que ser todos juntos. Hablando se entiende la gente, pero no la gentuza. Menos retórica y más mano dura. Por suerte, los hay que trabajan para protegernos y lo hacen de manera extraordinaria, como ha quedado demostrado. Muchas gracias a ellos también desde aquí.

Barcelona es una ciudad feliz, siempre lo ha sido y lo seguirá siendo. Llena de luz y de vida. Llena de gente con ganas de vivir. Podrán matarnos a todos, uno a uno si quieren, pero nunca podrán acabar con ella ni matar nuestras ganas de vivir.

Visc a Barcelona.
VISCA BARCELONA.




















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